Espoleados por esa esperanza, los "leones del Atlas" creyeron en la gesta, en remontar ante la campeona, obligada ahora a achicar agua, los papeles cambiados, el asediador asediado.

Marruecos acarició el gol, lo intentó En-Nesyri, su mejor argumento anotador en Mundiales, lo procuró Ounahi, a pase de Ziyech, e incluso Hakimi se sumó a la fiesta. Pero no hubo nada que festejar.

Trató de darle brío Regregui a su equipo desde el banquillo, pero fue la salida de Marcus Thuram la que permitió respirar a Francia, que llevó el juego al otro área, la mejor receta para no sufrir.

Griezmann, que durante muchos minutos se afanaba en taponar las vías de agua de su zaga, agarró el timón para enderezar el rumbo de la campeona, que seguía padeciendo cada vez que un marroquí se lanzaba al ataque. El sudor corría por la frente de Deschamps cuando Hamdallah casi se planta solo ante Lloris.

Pero el sosiego no llegó hasta que en el 79 Kolo Mouani se aprovechó de una jugada de Mbappé, medio disparo, medio asistencia, para derrocar la fortaleza de Bono.

Ni un minuto hacía que, en lugar de un desdibujado Dembelé, había entrado el delantero del Eintracht Frankfurt, el último en incorporarse a la aventura mundialista por la lesión de Christian Nkunku. De nuevo los renglones torcidos.

El gol acalló a la ruidosa grada. Marruecos había soñado con estar en lo más alto y tendrá que conformarse con haber sido la africana que más lejos ha llegado, la árabe que mantuvo el orgullo más tiempo en el Mundial árabe.

Pero no fue suficiente para evitar que el título se lo jueguen dos naciones que figuraban entre las favoritas antes incluso de empezar el torneo. Marruecos ya ha escrito su historia. Francia y Argentina, buscarán la suya.

FUENTE: https://www.espn.com.co/futbol/reporte?juegoId=633848