viernes, 2 de julio de 2021

LOS CABALLEROS DEL TAPETE VERDE: EUROCOPA; CUARTOS DE FINAL, DIA 18

 EUROCOPA (CUARTOS) | BÉLGICA 1 - ITALIA 2

Esta Italia es una gozada

Enorme y valiente la selección de Mancini y golazos de Barella e Insigne. Bélgica no se rindió con el joven Doku. Hazard no se vistió.


Habrá que ver cómo salimos de esta Eurocopa, que no da tregua y legitima la fuerza sentimental del fútbol. Su guion diabólico trajo otro partido gigante y conmovedor, que acabó por sentenciar el virtuosismo y la valentía de esta nueva Italia. Fue capaz de fundir sin moverse ni un ápice de su actual estilo a una selección con De Bruyne y Lukaku en el frente. Enorme Italia, dignísima Bélgica.

Se empeñan en recordar los entrenadores que el fútbol es de los jugadores, pero la presencia de Roberto Martínez y Mancini en los banquillos lo desmiente. No es para menos. En la cosmopolita Múnich, Martínez alistó a De Bruyne y dejó fuera de la convocatoria a Eden Hazard. El madridista no llegó a tiempo como le viene sucediendo sin visos de solución. Cuando se esperaba a Mertens asomó el novel Doku como sustituto, verso libre en Bélgica, que va sobrado de atrevimiento. Lo suyo resultó una demostración plena de que existe en él un proyecto de jugador magnífico.

No fue la única sorpresa del técnico Roberto Martínez. Al igual que en el último Mundial, en aquella noche para el recuerdo ante Brasil, dejó a De Bruyne en el centro y trasladó a Lukaku a la derecha cuando tocaba defender para después asaltar la espalda de Spinazzola en la transición. A Mancini no le cambió su planteamiento. Volvió a Chiellini para afrontar con más entereza la custodia de Lukaku, sacrificó a Berardi por Chiesa y alentó la admirable propuesta que tanto bien hace al fútbol.

Lejos de la tradición defensiva, Italia ha interiorizado como suya la revisión del estilo que ha liderado Mancini. Ahora suda y juega, indistintamente. Es una selección atractiva, modernista, fogosa, que da valor al grupo y desmenuza los partidos con el balón, sin perder la impronta táctica y la nobleza física de siempre. Desde estas premisas, desmontó a Bélgica de inicio. Presión altísima, movimientos continuos y gran trato de balón.

Italia fue pronto al grano. Di Lorenzo y Spinazzola atacaron como aviones la debilidad de Meunier y Thorgan Hazard, mientras que Jorginho, Barella y Verratti gobernaron la medular. El 1-5-2-3 de Bélgica en fase defensiva desconectó en parte sus líneas. Por detrás de Witsel y Tielemans emergió un espacio demasiado importante. Italia quiso antes y golpeó primero. En un balón parado, Bonucci encontró el gol, pero Bélgica escapó de esa primera puñalada gracias al VAR. Había fuera de juego. En ese tramo de dominio italiano, pudo Bélgica hacer pagar su osadía a la Nazionale con dos contraataques de De Bruyne y Lukaku. Donnarumma lo evitó.

Pasado el susto, Italia siguió a lo suyo. Fruto de su empuje, puso la primera pica en el marcador. Vertonghen pecó de falta de contundencia, Verratti anticipó y Barella definió con la grandeza que le precede. No paró ahí Italia, exigente siempre consigo misma. El flujo de talento que disfruta es inmenso e Insigne concretó esta realidad con otro gol de insultante belleza al borde del descanso. Fue un final de primer tiempo tremendo, que dejó otro capítulo con un penalti que se inventó Doku y que contó con la condescendencia del VAR. Necesitado de él, Lukaku aproximó a Bélgica antes de ir al rincón de pensar.

El tiempo de reflexión del descanso no alteró nada. Mejor para todos. Italia mantuvo su filosofía ofensiva y a Bélgica no le quedaba otra que ir de cara a por el empate. Se agarró a Doku, tan efectista a veces como efectivo casi siempre. Su alianza con De Bruyne derivó en una ocasión de Lukaku que Spinazzola todavía no sabe cómo evitó bajo palos. Después llegó el acta de sucesos. Chadli, que acababa de salir, duró un suspiro en el campo y Spinazzola se retiró entre lágrimas por lo que significaba su lesión.

En una batalla contra el tiempo, el del propio partido y el de la última ocasión de ganar para su generación de oro, Bélgica lo intentó por tierra y aire, hasta con Courtois, pero se topó con el mito original de Italia. Su épica resistencia a la derrota permanece inmutable. Es un enemigo natural de la literatura, que siempre cuenta mejor las tragedias que los episodios felices. Durante años logró que los rivales no fueran ellos mismos cuando se enfrentaban contra ella. Jugar contra Italia daba vértigo, era peor que una visita al dentista. Ahora es otra cosa. Juega y suena mejor. Se ha españolizado. Que no acabe nunca esta Eurocopa.

FUENTE: https://as.com/futbol/2021/07/02/eurocopa/1625259600_526104.html


EUROCOPA (1/4) | SUIZA 1 - ESPAÑA 1 (1-3)

Unai Simón nos lleva a Londres

El meta detiene dos lanzamientos en la tanda de penaltis que dan el pase a España a semifinales de la Eurocopa. Oyarzabal marcó el definitivo.


Queríamos estar en Londres porque eso era sinónimo de alcanzar las semifinales de la Eurocopa. Y en Londres estamos. El viaje ha tenido tantas curvas como uno pueda imaginar, pero los grandes torneos no se ganan desde la recepción del hotel. Suiza lo dejó claro. Sufrimos, pero nos clasificamos. Lo hicimos tras una tanda de penaltis de infarto que nació torcida y que acabó en la gloria. Con dos paradas de Unai Simón que sirven para que el de Vitoria vuelva a sonreír de oreja a oreja, con el gol final de Oyarzabal que propició el grito de un país. Estamos en semifinales, lo de pedir cita para el cardiólogo lo dejamos para el lunes.

Suiza fue un rival ejemplar, un equipo muy trabajado tácticamente y sustentado en una generación a punto de almíbar. Una selección que no se rindió pese a que el camino para ellos arrancó cuesta arriba. Cuando aún analizábamos los esquemas tácticos (el irrenunciable 4-3-3 de Luis Enrique frente al 3-4-2-1 de Vladimir Petkovic), España se puso arriba en el marcador. Un córner, una volea de Alba y el desvío de Zakaria que se convierte en veneno para Sommer. Así de fácil. Y pensar que en el arranque del torneo teníamos que acercarnos a la portería rival con pico y pala... Era el minuto 8 y ese tanto permitía mirar al partido con otros ojos. Ahora era Suiza la que debía tomar la iniciativa y jugar a lo que no está habituada, pero tocaba hacerlo sin Xhaka, ausente por acumulación de tarjetas y sustituido por Zakaria. El resto del bloque era el mismo que había dado la gran sorpresa del campeonato al mandar a Francia para casa. Pero el 0-1 hacía trizas el guion con el que los helvéticos llegaron al estadio. No bastaba con esperar al rival y en un clic echar a correr a golpe de contraataque, sino que había que adelantar unos metros con el consiguiente riesgo de desnudar las espaldas ante la velocidad de Ferran y Sarabia.

Ausente Xhaka, el foco estaba sobre Shaqiri. El del Liverpool se movía entre líneas con esa zurda capaz de leer donde a otros se les nubla la mente. A Suiza se le acumulaba el trabajo. Primero, con el citado gol de Alba, quince minutos después con la lesión de Embolo. A la media hora, Luis Enrique cambió a Ferran y Sarabia de banda, un calco de lo sucedido ante Croacia. Laporte y Pau se las veían y se las deseaban para sacar el balón jugado y, desactivado Busquets (Shaqiri era su sombra), La Roja era incapaz de culminar jugada. Y eso termina resultando anestésico. Un córner, dos córners, varios córners después Suiza se hacía grande y España, pequeña, aunque Unai Simón no tuvo que emplearse a fondo. Era un partido que necesitaba el pasapuré para ver buen fútbol y que alcanzó el descanso con Suiza vencedora en córners (4 a 3), disputas (7 a 1) y balones recuperados (24 a 21), pero con un gol como un sol en el marcador del estadio Krestovski.

Era ese poco ahorro para tratar de llegar a semifinales, porque Suiza iba a apretar sí o sí. Por lo pronto, Luis Enrique se vio obligado a tocar el equipo ante las molestias de Sarabia. Olmo entró por él, lo que no cambiaba la partitura. Lo mismo ocurrió cuando Gerard Moreno suplió a Morata en el 54’. Dos minutos más tarde llegaría el gran susto tras un cabezazo de Zakaria que se marchó rozando el poste derecho de Unai. Zuber también rondó el gol (63’) y en el 68’, la moneda cayó cruz. La mala suerte quiso que en un corte de Laporte el balón golpeara en Pau y quedara franco para Freuler, cuyo pase de la muerte fue rematado a gol por Shaqiri. Pero, lo que es el fútbol, Freuler tornó de héroe a villano pues de esa asistencia decisiva pasó a una roja directa tras entrada a Gerard. Una acción dura, aunque quizá castigada en exceso. Era el 77’ y se abría una incógnita: ¿se encerrarían los helvéticos para llegar a la prórroga? La respuesta fue inmediata, pues Shaqiri y Seferovic fueron sustituidos solo cuatro minutos después. Y Suiza logró alcanzar la orilla.

Esos treinta minutos se convirtieron en un continuo ataque de España hacia la portería de Sommer. Más que contra Elvedi, Akanji o Rodríguez, La Roja luchaba contra su propia desesperación al ver cómo los minutos pasaban sin el premio del gol. Lo tuvo Alba, Oyarzabal y sobre todo Gerard en una volea a bocajarro que despejó Sommer (101’). Y en un remate de Llorente que bloqueó Rodríguez tirándose al suelo. Pero nada, el gol que tan simpático nos fue ante Eslovaquia y Croacia, resultaba esquivo. Las paradas de Sommer parecían el peor presagio de lo que nos aguardaba en la tanda de penaltis. Más aún cuando Busquets tiró al poste el primer lanzamiento (sexta pena máxima seguida fallada por España). Pero ahí estaba Unai para echarnos una mano y luego dos hasta llegar al penalti definitivo que Oyarzabal embocó en la red. Como Rahm en el US Open. La alfombra verde espera esta vez en Wembley.

FUENTE: https://as.com/futbol/2021/07/02/seleccion/1625252607_428055.html


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